Que horrible enfermedad, yo no tenía idea. Mi pobre padre se fue consumiendo tan rápido, no lo puedo creer. En cuatro meses pasó de ir a la oficina todos los días a no poder moverse, ni hablar, ni respirar. Fue horrible, horrible, horrible.

Lo bueno es que nos unimos mucho como familia y nos apoyamos mucho en Dios. En el funeral tuvimos mariachis para festejar que se fue derechito al Cielo. Estuvo padre pero justo ahora llegan las secuelas.

Me dio mucho susto una muela necrosada. El idiota dentista me hizo pensar que ya tenía diabetes y que iba a perder todos los dientes. Afortunadamente mi azúcar está bien, mis encías están bien y hoy en la noche me hacen la endodoncia en la muela y la puedo conservar.